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La Sangre y el Agua: Crónica del pasado Vía Crucis

El pasado sábado, nuestra hermandad celebró uno de los actos más significativos del tiempo cuaresmal: el solemne Vía Crucis del Stmo. Cristo de la Sagrada Lanzada, que recorrió las calles de nuestra feligresía.

En nuestra hermandad, veneramos de manera especial el momento cumbre relatado por el evangelista San Juan: “Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,33-34).

Este pasaje evangélico, que da nombre e identidad a nuestra Hermandad, representa no solo un hecho histórico sino un profundo símbolo teológico. La sangre y el agua que manaron del costado abierto de Cristo constituyen el nacimiento de la Iglesia y los sacramentos. La sangre representa la Eucaristía, don supremo de Cristo a la humanidad, mientras que el agua simboliza el Bautismo, que nos incorpora a la vida divina.

La jornada se desarrolló en un clima de excepcional recogimiento que propició la meditación personal y comunitaria sobre el camino doloroso de Nuestro Señor. El paso cadente de los participantes y el rezo compartido de cada estación, contribuyeron notablemente a crear una atmósfera de profunda espiritualidad, que conmovió tanto a los hermanos, participantes y vecinos que presenciaban el cortejo desde sus balcones y las aceras.

Especialmente emotivo resultó el tránsito por la Parroquia de San Andrés, donde nuestra comitiva realizó tres estaciones, junto a los hermanos de Nuestra Señora de Araceli y la Hermandad de Santa Marta. Allí, ambas corporaciones compartieron un momento fraternal que evidenció los vínculos históricos que nos unen y el espíritu de colaboración que siempre ha caracterizado nuestras relaciones.

La participación del público este año superó notablemente la de ediciones anteriores, tal vez por la no salida del pasado Miércoles Santo, además de numerosos devotos y fieles que se sumaron espontáneamente al cortejo. Este incremento refleja el creciente arraigo de esta tradición en nuestro barrio y el anhelo espiritual que caracteriza estos días previos a la Semana Mayor.

Tras completar el itinerario previsto, el Vía Crucis concluyó en nuestro templo con el rezo de la última estación y una breve alocución de nuestro Director Espiritual, quien nos exhortó a vivir intensamente este tiempo de preparación interior.

Como miembros de esta corporación, estamos llamados a ser testigos de este misterio de amor y entrega total. Cada vez que contemplamos a nuestro Titular, recordamos que también nosotros debemos ser cauce del amor redentor de Cristo en nuestro mundo, especialmente hacia los más necesitados.

En este tiempo de preparación para la próxima Semana Santa, invitamos a todos los hermanos y devotos a meditar sobre este profundo misterio que define nuestra espiritualidad y compromiso cristiano.

Desde estas líneas, la Junta de Gobierno desea expresar su sincero agradecimiento a todos los participantes por su ejemplar comportamiento, a todos los hermanos y feligreses por acompañar a nuestra bendita imagen, y a todos aquellos hermanos que colaboraron en la organización y desarrollo de este acto que, año tras año, nos prepara espiritualmente para vivir con mayor intensidad los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Agradecemos igualmente desde este reportaje, las fotografías que tan amablemente nos ha cedido nuestro hermano D. Diego Habernau, que nos acompañó durante todo el recorrido.