Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

La apoteosis de San Juan Nepomuceno

Ya cuelga de la pared de la nave de la Epístola el cuadro de La apoteosis de San Juan Nepomuceno, que se restauró hace unos meses de la mano de Juan Luis Coto Cobo.

Es una obra anónima del siglo XVIII, que representa la subida al cielo de San Juan Nepomuceno, mi atribución está próxima a las manos de los pintores Bernardo Lorente Germán, (1680-1759), o de Cristóbal López y su círculo (1671-1730) ambos pintores barrocos españoles, vivieron siempre en Sevilla donde se formaron en contacto con la pintura de Murillo, de quien fueron seguidores.

Aunque hoy es prácticamente desconocido para el gran público, San Juan Nepomuceno tuvo un popular y extendido culto en la España del XVIII. Patrón de la honra y buena fama de sus devotos, mártir de la confesión, y protector de los peligros del agua, este santo, que vivió durante el siglo XIV, no fue canonizado hasta 1729.

El santo, envuelto sobre una nube, está dotado de gran movimiento que le da apariencia de ingravidez a la imagen. Se representa la apoteosis del santo, aunque uno de sus atributos iconográficos, en la mano izquierda portaba el Crucifijo, en esta ocasión lo sostiene uno de los ángeles que le acompañan y el santo lleva una pequeña mitra. A su vez, en la nube hay cuatro angelitos que completaban la iconografía: uno de ellos (que mira al espectador) se lleva el dedo a la boca y sostiene un candado en alusión al silencio del secreto de confesión.

Aurora J. Ortega López

Historiadora, Universidad Pablo de Olavide